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Zanika: capitulo dos- Siel

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Zanika99's avatar
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Capítulo Dos: Siel
Los sieles son criaturas tenebrosas, silenciosas y usualmente oscuras que suelen deambular todo el día, pero en la noche (claro, como cualquier película de terror) aumenta su actividad. Son ánimas, espíritus vagabundos de "otro mundo" que, "erróneamente", nosotros algunas veces podemos ver, y ellos no nos pueden ver, mas otras veces es al revés; antes se daba mucho el caso de que ninguno se pueda ver, pero ahora suele pasar que ambos nos vemos; algunos apenas les importamos, otros desean nuestro mal, como otros nuestro bien.
¿Conocen la frase "hay que tenerles más miedo a los vivos que a los muertos"? Pues es erróneo: un siel puede ser más peligroso que el mundo en el cual vivimos... o bueno... es discutible... están empatados... Digamos.
Un siel, para que no se compliquen, es un espíritu, un fantasma, un alma en pena, una ánima (etcétera), pero claro, la sociedad es tan terca y cerrada que no quiere llamarlos así —quizá porque hacerlo los haría sentir en un mundo muy mágico—, y los llama sieles. Estos espíritus se dividen en diferentes niveles (porque aparentemente la sociedad, a todo lo mágico, lo debe dividir en niveles) según su tiempo de... almas... de haber muerto...:
Cuando son más recientes suelen ser como aquellos fantasmas de película de terror donde son humanos... extraños. Uno suele tenerle más miedo, pero son los más tranquilos,  ¡incluso podrías atravesarlos!
El segundo nivel es menos humanoide, algo como sombras o figuras sin mucho sentido, que suelen ser más agresivos, como por ejemplo, a ellos no los podías atravesar como atraviesas una puerta ya que se molestarían... y si lo haces (quizá porque eres idiota) se vengarán haciendo cosas como... romper... cosas.
El tercer y último nivel es el más fantástico (en el sentido de fantasía, no de "¡maravilloso!"... no, alto, la palabra "maravilloso" podría ser de maravilla y pues... Da igual, ¿saben?) porque son esferas luminosas que vuelan, así como me escuchan... o leen..., son eso. Y son los más peligrosos. Quizás están cansados de la "vida" eterna, o de la no-vida eterna, o de ser bolas disco flotantes, pero la verdad son malvados, y nadie sabe por qué.
Ese día era para conocer la escuela, pero yo me enfoqué en hacer las tareas básicas de mudanza: instalarme, buscar el baño, saber ubicar mi dormitorio y lo anteriormente mencionado, y, sumando algo nuevo por la particularidad del edificio: encontrar una ventana, pues si no fuera por la ventilación, todos moriríamos en nuestros propios gases (y no me refiero a pedos... no sólo a pedos). Ya que me encargué de aquello y no de explorar mucho el lugar, sinceramente, desconocía cómo era el establecimiento, y de algo estaba segura: era gigante.
¿A qué quiero llegar? A que era mi primera noche allí. Nada digno de mención sucedió en el día, sólo que se puede comentar que algo le pasaba a nuestra tercera compañera pues ese día no llegó.
Mi cama me obligaba a mirar a la puerta del cochino baño y no la del dormitorio (mal cerrada, por cierto, porque estaba o rota o mal instalada), y claro que me tomé la libertad de imaginar un siel entrando al dormitorio y comiéndome o algo así. También me imaginé que algo se asomaría por la parcialmente cerrada puerta del baño o que una voz chillona y demoníaca saldría debajo de la cama... o en la de abajo de la litera (donde por ahora nadie dormía), diciendo algo en plan “ven, Zánika, juega con nosotros en ¡las profundidades del infierno!”.
Comencé a girar de un lado a otro en mi cama, buscando una posición cómoda para dormir, pero parecía una misión imposible. Sam dormía, por no decir que se había muerto… lo cual en ese momento no pude confirmar.
"Quiero hacer pis", pensé súbitamente, sorprendiéndome a mí misma. Me erguí, apoyándome sobre mis codos y miré la habitación con cautela. La idea de ir al pequeño, mínimo, claustrofóbico, asfixiante y sucio baño privado me pasó por la cabeza, pero la tiré a la basura al recordar el mal estado en el que se encontraba. Me puse de pie y acomodé la remera de mi pijama, sacándola de mis shorts (¿en qué momento se enganchó?). Con sumo cuidado abrí la puerta, intentando no hacer ruido, y salí al pasillo. De algún modo era helado, para ser verano, y todo era casi completamente oscuro, como si el pasillo no tuviera ninguna luz.
El cemento del suelo me lastimaba levemente los pies y el no ver nada me obligaba a caminar lentamente, con las manos al frente y tocando minuciosamente lo que había en el suelo.
Me detuve en seco y sentí que el aire se escapaba de mi ser en el momento que una luz verdosa apareció iluminando en la esquina del pasillo. ¿Un profesor? No, ¿quién tenía linternas verdes?... amenos que iluminen con magia. ¿Era la luz de un celular?, pero ¿quiénes andarían rondando por los pasillos a esa hora?, (¿qué hora era?).
No era ninguna de las anteriores, y yo lo sabía, pero lo confirmé (o más bien me lo creí) cuando mis propios ojos los vieron. Pues claro: un siel.
"¡Ay, mierda!", maldije.
Lo recordaba bien: una noche, a mis siete años, desperté para ir a tomar agua y, al entrar en la cocina, me encontré  con una persona, un desconocido, allí parado. No recuerdo qué pasó por mi cabeza en aquel momento o qué hice después, pero de algún modo terminamos mi madre y yo en mi dormitorio, y ella me explicó lo que era un siel. Cruzarse con un siel, en algunos lugares o situaciones son como las catástrofes: uno jamás cree que le va a pasar. Es por esa misma razón que algunos padres consideran que no es necesario contarles a sus hijos sobre estas “criaturas”… ¡Mal, padres, mal!
—¿Recuerdas que te dije que había más posibilidades de morir yendo a comprar un boleto de lotería que ganarla? —me había dicho mi madre cuando no quería dormir, pensando que me encontraría con un siel… uno de los peores—, pues encontrarse con esa clase de siel… hum… pues no, es más probable encontrarse con uno que ganar la lotería, pero es muy raro hija…
¿Qué aprendí esa noche? No compres boletos de lotería. Además de que puedes morir o encontrarte con un siel en el camino.
Podemos llegar a la conclusión, entonces, de que yo tenía mala suerte, porque en la esquina del pasillo apareció una esfera que flotaba suavemente en el aire. A completas oscuras y llena de desesperación, comencé a dar marcha atrás, con una mano apoyada sobre la pared lista para no caerme… pero igual caí, ya que llegué al fin del pasillo y comienzo del otro.
Hasta que logré pararme y encontrar la pared otra vez, la luz del siel apareció y comenzó a acercarse.  Corrí desesperada por los pasillos como una niñita que quería a su mamita… ¡oh, alto! ¡Así era! El dolor de caminar sobre el asfalto frío y áspero con mis pies descalzos era más… doloroso de lo que uno se imagina.
De algún modo (de verdad no sé cómo) llegué al comedor; todo oscuro, vacío, ciertamente frío también, en completo silencio. Sólo yo y un siel… en un escenario de película de terror. «¡Oh, Zánika, de verdad eres todo un caso!, ¡¿no?!», maldije. Corrí hacia las escaleras y las subí. «¿¡Y ahora qué haces, idiota!? —me regañé a mí misma— ¿O qué? El comedor fantasma no era lo suficientemente aterrador y prefieres ir a la escuela donde no hay ni un alma vagando por allí».
Yo me hubiera respondido: «¡Pues sí, es mejor si no hay almas allí!».
En la escalera casi tropiezo… una buena cantidad de veces. Cuando me detuve en la cima para comprobar si me seguían persiguiendo o si sólo hacía un maratón porque sí, vi al jodido siel flotando entre las mesas. No estaba segura de si me alegraba o no verlo allí, pues no quería perderlo de vista y sentirme en esos juegos de terror en donde no sabes dónde demonios está el maldito que te persigue.
La zona escolar era terrorífica de noche, y más si un fantasma te perseguía, además ¿quién podía confirmarme que no había otro por allí? Oh, ¡si me aparecía otro mis ganas de ir al baño volverían!
Apenas te alejabas unos pasos de la escalera, a la izquierda, ya tenías otra, mucho más pequeña que la primera y de una madera menos asquerosa. Esta vez no me caí, ni mucho menos, porque además era muuucho más corta. Llegué al tercer piso, el cual no era muy diferente al anterior, sólo que parecía ser más corto.
Me asomé por las escaleras y nuevamente me fijé por mi perseguidor, quien estaba mucho más cerca que antes. «Oh, claro, ahora que no tropiezo como caballo con patines, este hijo de puta sí me alcanza».
Intenté abrir con desesperación todas las puertas del corto pasillo, pero todas estaban cerradas con llave… menos una. ¡La última! ¡La última maldita puerta del pasillo!
Me pregunté entonces si no habría cámaras por algún lado, filmándome. Ya me imaginaba llegar hasta allí y que el siel se detenga a preguntarme “¿tienes miedo?” para que luego mucha gente salga y me diga que estoy en un reality de sustos.
Entré al lugar de golpe, sabiendo que mi acosador estaba “pisándome los talones”. No me molesté en encender la luz, sólo en buscar una esquina en dónde esconderme, llorar y rogar por mi mami. Ese lugar era diferente, pese a que no podía verlo, mis otros sentidos podían comprobarlo: tenía una temperatura más templada, el suelo no era ni madera ni cemento, sino azulejos con diseño en relieve… incluso había un olor diferente: como si el aire fuera… acondicionado, como artificial.
No logré avanzar muchos metros dentro del extraño lugar puesto que el terror me paralizó al ver a la esfera brillante a pequeñísimos, cortos e insignificantes metros de mí. Pero entonces una sombra salió de (no sé si tiene sentido) la oscuridad; los brazos de esta figura se colocaron como si fuera a hacer un Kame Hame Ha, unos susurros acompañaron el movimiento y una terriblemente fuerte luz salió de ellas…
¡Era un maldito Kame Hame Ha!, ¡a mí no me jodas!
El siel… o quizá yo… o quizá la sombra… o quizá todos, chillamos. Posiblemente yo del miedo y la sorpresa, la figura misteriosa por el esfuerzo y el siel ¿por el dolor?
No estoy segura, pero el fantasmita se las ingenió para desaparecer y dejarnos a completas oscuras, en silencio. La figura caminó unos pasos hacia la entra, oí un “clic” y las luces se encendieron, cegándome radicalmente. En ese momento pude comprobar que sí era un lugar raro, diferente: azulejos por aquí y por allá, espejos gigantes, bancos en el centro, casilleros y duchas, baños y lavabos (claro que los primeros dos aislados). Las luces estaban en todos lados y no eran los viejos, sucios, feos y amarillentos focos que había abajo, sino unos súper modernos y lujosos, incluso creí ver interruptores para regular su luz.
O sea… ¿qué mierda?
Ahora, la figura misteriosa, pese a lo que imaginé al verla sólo como sombra (por puro machismo mío, supongo) era una mujer… no, una muchacha. Su pelo era ondulado y de un color castaño-caramelo muy bonito, su piel era de una tonalidad similar a la mía, sólo que la suya tenía alguna que otra peca. Tenía grandes ojos negros con unas hermosas y largas pestañas. No era mucho más alta que yo y su cuerpo no era tan… “reloj de arena” como muchas chicas desearían, y lo cubría un común pijama de… ¿seda?, la verdad no lo sé, con unicornios rosados y gordos dibujados.
—Eh… Yo… ¡G-gracias! —solté, aún viendo el pasillo oscuro.
—No hay de qué. No deberías rondar por los pasillos sola a esta hora, ¿no crees?
—Buscaba el baño… Quizá el siel sólo quería mostrármelo.
—Sííí… Siendo así, ¿no quieres pasar?
La señalé con mi dedo.
—Bien pensado.
Luego de desahogar mis miedos y tirarlos por el retrete (¡el súper futurista y elegante retrete!) volví con mi heroína, quien esperaba sentada en uno de los bancos, observando distraídamente sus uñas.
—Eres nueva, ¿no?
—¿Es tan estúpida salir en la noche? —le pregunté mientras me sentaba frente a ella.
—Si no sabes cómo defenderte sí.
Suspiré.
—Apenas sí sé hacer magia.
Me miró curiosa, como meditando.
—¿Y eso?
—¿Y eso qué?
—¿Eres mala con la magia?
Hice una mueca.
—Digamos que estoy aquí… pero no porque mi madre haya querido.
Asintió como si entendiera.
—Es una pena que seas de ese lado.
—¿Disculpa? —pregunté, completamente confundida.
«Sí, eres de ese lado, mejor ven al lado oscuro… ¡tenemos galletas!» imaginé la ridícula respuesta… y luego imaginé una risa macabra.
—Sí, del lado público. ¿No puedes pagar el privado?
«¿Acaso viste mi pijama, mujer? ¿Crees que podría pagar la escuela que parece ser de oro?» respondí mentalmente, pero preferí decir:
—Nooo… ¿Tú no eres del público?
Soltó una leve carcajada. ¿Fue tan estúpida mi pregunta?
—Ya, sí, eres nueva —Jugueteó con un hilo suelto de su pijama. No dije nada y esperé que se explicara—. Estás en el Limbo… así lo llamamos los estudiantes a esta habitación.
—Es un baño —señalé mirando todo.
—Es una habitación, y es la conexión entre el lado privado y el público, es como un portal.
—¿Me estás diciendo que…? —miré a la pared paralela a la puerta de entrada; había otra puerta— ¿De ese lado está la parte privada de la escuela? No sabía que…
—Pues sí. Es una baño compartido —me interrumpió.
—¿Como por qué?
Ella se encogió de hombros.
—No tengo idea…
—¿Para que los alumnos se conozcan y relacionen más allá de los muros de su…?
—No —volvió a interrumpirme—, no dejan que pasemos a las otras escuela. Es raro y estúpido.
—Bastante —asentí pensativa—… ¿Y qué demonios haces aquí? ¿O es de pura casualidad que estuvieras aquí para salvarme? —pregunté.
—Muchas noches sufro insomnio —admitió mientras nuevamente retorcía el hilo suelto.
—¿Y vienes al baño a pasar el rato? Eso tiene mucho sentido —comenté.
—Por aquí siempre habrá más gente que la que hay en mi cuarto.
—¿Cómo? ¿No tienes compañeras?
—No. Allá —Señaló la entrada al lado privado— las habitaciones son como departamentos, donde hay una salita de estar y dormitorios para cada… habitante del… dormitorio —dudó—. Y mis compañeras no me caen bien. No me llevo muy bien con las chicas, ¿sabes?
—¿Te estoy estorbando?
—La verdad no —confesó, pero sin mirarme a mí, sino al hilillo—. Por cierto, soy Tamara.
—Yo soy Zánika —me presenté.
Hubo un momento de silencio donde ella sólo jugó con el maldito hilo, entonces me puse de pie y me sacudí por pura distracción.
—Creo que es mejor que me vaya a dormir —le dije—. Adiós.
Esperé que se despidiera, que me mirara siquiera, pero nada, entonces me encaminé hacia puerta, pero me detuve al oírla hablar:
—Ten cuidado.
I am a dummy! ¡Hola a todos! Aquí está el segundo capítulo de la historia de Zánika (sep, aún sin nombreSweating a little... ). ¿Qué son los sieles? ¿Quién es Tamara? ¿Qué sucederá con Zánika y...? Ok, no, ni que fuera interesanteCURSE YOU! . ¡Que lo disfruten! Y, como siempre, no lo releí, si ven un error, háganmelo saber Please 
Por cierto, si ven algo raaaro en esta historia (así como el baño:D (Big Grin) ) les explicaré, les recordaré (¿lo dije antes?:o (Eek) ) que es porque está basada en sueños míos y es bastante difícil para mí quitarle los sinsentidos sin cambiar todo. Soporten las rarezas si no les gustan, guapos ;) (Wink) ;) (Wink) ;) (Wink) 
Capítulo Uno.
Capítulo Tres
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miguel-el-kender's avatar
yo con esto voy ha dejar de ir al baño de noche y de dia y de mis amigos alguna cosa mas